La muchacha que camina entre letras y tropiezos, esconde sus necesidades
y cohíbe sentimientos bajo su silueta de femme fatal.
Su pelo, acosado por el viento y temeroso del agua baila al ritmo del
2x4 de sus pasos.
La cintura se mezclaba con la oscuridad de la noche tal como las medias
negras lo hacían con el asfalto húmedo por la tormenta.
La sudestada añeja desploma su tristeza sin compasión en las calles
ausentes de vida.
Estaba cansada de vender una ilusión conocida como amor, cansada de
fingir, de besar y amar por unos cuantos billetes.
No cree en el amor, es sólo diversión, una devastadora derrota. Juego de
seducción vacío, carente de sentido.
Añoraba irse con el viento como lo hacían las flores queriendo llegar a
un lugar mejor.
Caminaba a lo largo de la nostalgia de esas calles moribundas, a través
de avenidas repletas de gente que la juzgaban con una mirada.
Sus preocupaciones e ideales resonaban en toda su cabeza, por momentos
la angustia se adueñaba de todo y un blanco la recorría completa. En uno de
esos blancos, sacudiendo su pelo lo vio a través de su flequillo recto que
acariciaba sus pestañas, un hombre común o al menos así lo parecía.
Ella dentro de su dicotomía normal, siguió su camino, pero sin olvidar
ese rostro ingenuo oculto bajo el chambergo.
Abrilv
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